Donna me prega

Este blog se declara católico, tal vez con cierto aire estoico. Defiende la simplicidad, el silencio y la contemplación.
Quiere ofrecer reflexiones, opiniones y lecturas a personas atentas a la vida del espíritu y de la cultura.

martes, 4 de febrero de 2014

Alucinando en colores.





Tras haber leído la fotocopia que encabeza esta entrada y que mi hija pequeña acaba de traer del cole, me precipito al teclado a purificarme. ¿De qué? De aceptar que tengo que callar muchas más veces de las que quisiera ante los horrores pedagógicos que padecen nuestros hijos. Ver prostituida y casi extinguida en nuestro sistema educativo -en el concertado, en extremos pavorosos- la tradición humanística en la que me formé y a la que debo llegar a ser el que voy siendo, me indigna. Hay motivos circunstanciales coincidentes que avivan este pequeño incendio.

En una librería religiosa asisto en paralelo a una conferencia de un distinguido pedagogo. Su exposición resulta temible por lo brillante. La idea de que un estado "relacional" debe abrirse paso como alternativa al actual modelo en crisis de estado de bienestar es atrayente en la teoría. Que lo público no debe confundirse con lo estatal, que la sociedad civil debe tener protagonismo en el desarrollo económico o que el adelgazamiento del estado exige nuevas formas de garantizar la justicia y la igualdad de oportunidades que actualmente siguen en retroceso, sostienen el eje de una exposición que reclama, más allá de las disensiones, el carácter articulador de las comunidades, entendidas como personas de personas.

¿Una vuelta al humanismo? Es preciso deshacerse de su forma clásica que es un lastre para el futuro. Una de las causas de que no se pueda seguir avanzando consiste en la resistencia a los métodos de innovación docente que están anticipando este cambio de paradigma. ¿Para qué citar a las escuelas de negocios, cuando pasan por allí profesores de filosofía o de literatura?

Tras citar con unción a Emmanuel Mounier y al Papa Francisco, el conferenciante da por finiquitado con ironía el modelo de pensador de Rodin (?) y de ¡Dante!, que representarían a quienes suponen que pueden seguir encerrados en sí mismos, en lugar de abrirse a las posibilidades liberadoras de pensar en red, en busca de soluciones "holísticas" a problemas complejos... Para combatir la ignorancia propone un pensar dialogal, descentrado y deconstructivo (citando como autoridad a ¡Ferran Adrià!).

Se desprende de sus palabras que los humanistas, anclados en el pasado, mantenemos contra toda evidencia la idea reaccionaria de que un maestro es alguien que se arroga el derecho de creer que puede enseñar algo a un alumno. Contra los criterios tradicionales (???), los modos de participación no deben enquistarse en la asistencia a clase y al seguimiento de clases magistrales. Al contrario, hay que generar dinámicas innovadoras y creativas que impulsen al alumnado a buscar sus propias soluciones, aprovechando los medios que proporcionan los múltiples dispositivos electrónicos, al tiempo que evitando los riesgos de despersonalización.

Después de esta inmersión -ya digo que temible por lo estimulante-, regreso a casa donde me encuentro con el Manifest de la Diada de la Pau que preside estas líneas. Mis hijos están siendo instruidos en tales "valores" en una escuela cristiana (sic) que debería poner en práctica con competencia y calidad el pensamiento en red. De todos los puntos el que más me ha impactado comienza diciendo: "Volem gaudir amb pau del color violat". Y termina: "Volem un món violat on tothom pugui cercar la saviesa sense limitacions ni pors". "Queremos un mundo violeta (¿violado también?) donde todo el mundo pueda buscar la sabiduría (¿cuála, tia Pascuala?) sin limitaciones ni miedos (¿a las leyes?)". ¿No se dan cuenta sus redactores de las anfibologías? Si fuera una anécdota el "arco iris" de la paz...

Aunque redactado en catalán, ninguna evidencia en contra impide generalizar -que no totalizar- y advertir la infecta cursilería y la hipocresía moral, cuando no el oportunismo (de tots els colors), con que se está degradando ética y estéticamente a nuestra infancia y adolescencia. No fue Sócrates sino Protágoras quien corrompió a la juventud ateniense. A sabiendas de la injusticia, el primero bebió dignamente la cicuta. Al segundo, también a sabiendas, seguro que le premiaron por sus innovadores métodos docentes.

Dante pensativo (1864),
Jerónimo Suñol
Con especial hincapié romántico, incluso academicista, la tradición iconográfica tiende a presentar a Dante refugiándose en los libros de filosofía y en los clásicos latinos. Aun así, la Commedia es una de las obras dialogales más grandes que existen. Todos sus cantos están atravesados por un entusiasmo verbal en que pasado, presente y futuro tejen narrativamente la identidad del protagonista con la de su época. Dialogando acompañado de Virgilio y Beatriz con sus contemporáneos actuales y precedentes, Dante sigue descentrando y deconstruyendo los tópicos que sus lectores hemos ido acumulando como novedades teológicas, políticas y éticas.

Irredento, acudo al Paraíso, a los primeros versos del canto XIX. La traducción efectúa una curiosa transformación. Donde el original dice "inchiostro" (tinta), el traductor Abilio Echevarría dice "maestro". En español la rima sugiera que el maestro demuestra nuestro concepto. En italiano, con la tinta (incostro) se oye hablar nuestro pico (rostro). La boca del maestro es la tinta de su escritura. Llegando al sexto cielo, pues, donde viven los príncipes sabios y justos, Dante se admira de que el Águila, símbolo del imperio y de la justicia, hable así pluralmente en singular:

"E quel che mi convien rintrar testeso,
non portó voce mai, né scrisse incostro,
né fu per fantasia già mai compreso;
ch'io vidi es anche udi' parlar lo rostro,
e sonar ne la voce e "io" e "mio",
quand'era nel concetto "noi" e "nostro"".

(Par. XIX, 6-11)


Hoy en día Dante puede ser ridiculizado con desparpajo. No obstante, cuando escribió estos versos ya llevaba viviendo muchos años en el exilio. Como conjuro, en homenaje suyo, recitaré ante mis hijos un romance viejo.


4 comentarios:

  1. Por eso cada vez comprendo más lo de educar a los niños en casa. Aunque fuera solo para evitarles la exposición al bullshit, ya estaría bastante bien.

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  2. Los hijos únicos, tan numerosos hoy, tienen en la escuela un medio poderoso (¿único?) de tener relaciones sociales con personas de su edad. A cambio, por ponerme estupendo, a lo Foucault, la escuela se ha convertido en un dispositivo privilegiado, sutilísimo, de vigilancia y castigo. Por ejemplo, el "valor" de la solidaridad, en sus manos, es un arma de extorsión masiva.

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  3. Sí, es escalofriante lo que puede hacer la escuela solo dejándose llevar por los slogans de los medios. Yo me imagino que si tuviera hijos los llevaría a la escuela, claro, pero muy a mi pesar.

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  4. He tenido alumnos que son ahora profesores de escuela "religiosa". La formación "pastoral" que reciben podría ser denunciada a Amnistía Internacional, si no fuera porque es "de todos los colores" con técnicas de "coaching" que son una forma de violentar conciencias ("el món violat"). Oponerse es reaccionario, literalmente.

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