He dudado durante bastante tiempo en escribir esta entrada,
tal vez por prudencia humana. Pero hoy 28 de julio, martes, se cumplen setenta
y nueve años del martirio de san Pedro Poveda (1872-1936). Un martes también de 1936 fue fusilado al amanecer contra las tapias del cementerio de la Almudena. Su
crimen: haber dedicado su vida a potenciar la educación católica, femenina, a
través fundamentalmente de la participación activa de la mujer en un incipiente
y moderno sistema público de enseñanza. Creo firmemente que su santidad y su patriotismo
merecen mucho menos olvido...
Hace diez años mi heterónimo recibió el encargo de la
Institución Teresiana de escribir un libro sobre los años que D. Pedro Poveda
pasó, casi exiliado, en la basílica de Nuestra Señora de Covadonga (1906-1914). Casi en pararelo, fue una experiencia intelectual y humana muy intensa realizada en un clima
cordial de gran libertad académica en que pudo acceder razonablemente, durante unas pocas estancias, a documentación
de archivos.
Espiritualmente sus conversaciones con
aquellas cartas y con textos autobiográficos como la Historia de los folletos (1913) o la Relación autobiográfica (1915) que Poveda escribió recordando sus
estudios y sus proyectos pedagógicos en Asturias, cabe la Universidad de Oviedo
donde impartían cátedra destacados miembros de la Institución Libre de Enseñanza como Rafael Altamira, fueron
decisivas para alcanzar su madurez. Tenía prácticamente la misma edad que él mientras
seguía su itinerario vital entre las primeras experiencias educativas en las
cuevas de Guadix (1902-1904) y la formación de su concepción pedagógica en el Santuario
de Covadonga. En graves momentos de calumnias y de acoso, se encomendó a él, pues como "amigo fuerte de Dios" confiaba en su intercesión.
La tesis de aquel libro era clara. Pedro Poveda,
comprometido con la educación de los pobres, advierte en Covandonga el
dinamismo de nuevos procesos sociales que, a través de la renovación
pedagógica, pueden transformar la sociedad y siente la urgencia inaplazable de
evangelizarlos desde su mismo interior. La experiencia de Covadonga no
representa, pues, una simple evolución de las iniciativas educativas que había
puesto en marcha en Guadix sino una re-visión, una ruptura cicatrizada, y un salto adelante en su
acción sacerdotal y pedagógica. De discípulo de D. Andrés Manjón pasó a ser
maestro de maestros.
D. Pedro Poveda ante la cueva de la Santina, Covadonga (1934) |
El libro fue recibido con una extraña mezcla de entusiasmo y de
frialdad. Las formas fueron exquisitas, pero la política de acceso a los
archivos cambió radicalmente. Creí en un principio que podía tratarse de una
cuestión personal. En realidad, a lo sumo, mi investigación había sido una espoleta de la restricción investigadora que afectaba a todo persona ajena a la Institución Teresiana.
Se ha llegado al absurdo de que los primeros volúmenes de
las Obras de san Pedro Poveda,
editadas críticamente, con estudios introductorios y aparato de variantes, sean
ediciones “restringidas”. Si se quiere adquirir un volumen, la editorial Narcea
informa que no está a la venta. Si alguien desea consultarlo, habrá de acudir,
por ejemplo, a la Biblioteca Nacional donde, por ley, están depositados ejemplares.
Aunque lo dije en su momento, hay que aprovechar para insistir sin desfallecer ante argumentos superficiales (que si unos, que si otros, que si los amigos-enemigos y al revés, que si lo descontextualizarán...), los cuales en realidad ocultan una visión autoritaria, mandarinesca, de la legitimidad hermenéutica. Como ocurre en otras organizaciones, sólo los miembros calificados que han acogido el carisma fundacional parecen no sólo los más idóneos sino también los exclusivos depositarios del don de interpretar y de comunicar su verdadero sentido.
Como en la vida de todos los grandes santos se manifiesta con especial intensidad la ambivalencia de la naturaleza humana, sus seguidores a menudo tratan de neutralizarla no en busca de su unidad más íntima sino de la imagen sublimada que quieren proyectar de sí mismos. Aunque sea inevitable como operación historiográfica que intenta preservar un modo de hacer y de ser en el mundo, tal como están las cosas en una sociedad tecnológica y tal como están las cosas en el seno mismo de la Iglesia Católica, intelectualmente hablando, se corre el riesgo de que sus rostros se fosilicen como estampas unidimensionales que adaptan los pósters de las escuelas o de los centros que llevan sus nombres. Puede que, en el caso de Pedro Poveda, sea ya incluso demasiado tarde...
Aunque lo dije en su momento, hay que aprovechar para insistir sin desfallecer ante argumentos superficiales (que si unos, que si otros, que si los amigos-enemigos y al revés, que si lo descontextualizarán...), los cuales en realidad ocultan una visión autoritaria, mandarinesca, de la legitimidad hermenéutica. Como ocurre en otras organizaciones, sólo los miembros calificados que han acogido el carisma fundacional parecen no sólo los más idóneos sino también los exclusivos depositarios del don de interpretar y de comunicar su verdadero sentido.
Como en la vida de todos los grandes santos se manifiesta con especial intensidad la ambivalencia de la naturaleza humana, sus seguidores a menudo tratan de neutralizarla no en busca de su unidad más íntima sino de la imagen sublimada que quieren proyectar de sí mismos. Aunque sea inevitable como operación historiográfica que intenta preservar un modo de hacer y de ser en el mundo, tal como están las cosas en una sociedad tecnológica y tal como están las cosas en el seno mismo de la Iglesia Católica, intelectualmente hablando, se corre el riesgo de que sus rostros se fosilicen como estampas unidimensionales que adaptan los pósters de las escuelas o de los centros que llevan sus nombres. Puede que, en el caso de Pedro Poveda, sea ya incluso demasiado tarde...
Falta, por ello, perentoriamente una biografía actual, ágil y documentada
del fundador de la Institución Teresiana. La de Agustín Serrano de Haro, esbozada desde principios de los años cuarenta, es ya
ilegible. La de Domenico Mondrone, en los sesenta, elegante y precisa, forma
parte de un espíritu conciliar que, mal que pese, está ya superado. Los
Cuadernos Biográficos de Flavia Paz Velázquez, inconclusos, son muy meritorios y muy
prolijos. Las semblanzas más recientes, de tinte hagiográfico más o menos
progresista, alejan a cualquiera que no esté convencido de antemano…
Pedro Poveda fue uno de esos hombres decisivos de nuestra
Edad de Plata que tuvo una idea integradora, católica, de España en la cabeza.
Renovador en muchos ámbitos, su espiritualidad arraigó en una espiritualidad
tradicional que supo releer en la clave de santa Teresa de Jesús. Es claro que algunas
de sus opiniones, de sus orientaciones y hasta de sus silencios pueden ser malinterpretados.
Lo que es inconcebible es que su memoria esté raptada en los sótanos de un
edificio de la calle de Príncipe de Vergara en Madrid.
“Los hombres de Dios y las mujeres de Dios son inconfundibles. No se distinguen porque sean brillantes, ni por lo que deslumbran, ni por su fortaleza humana, sino por los frutos santos, por aquello que sentían los Apóstoles en el camino de Emaús cuando iban en compañía de Cristo Resucitado a quien no conocían, pero sentían los efectos de su presencia. Explícales esto bien, que es pasaje muy provechoso en enseñanzas celestiales. El espíritu de Dios es suave, de paz, de orden y así son los frutos de los sarmientos que están unidos a esa vid y de ella reciben el jugo celestial. Frutos muchas veces inapreciables exteriormente, frutos que determinadamente no se los propone el sujeto, pero que surgen, merced a la gracia, valiéndose Dios como instrumento de un ejemplo, una palabra, una acción cualquiera de su apóstol, de la persona en la cual Dios habita”.
(Pedro Poveda, “Yo soy la vida, vosotros los sarmientos”, carta autógrafa 22-23 de marzo de 1925).
Don Pedro, una mañana me conmoví ante reliquias suyas, testimonios de
Resurrección. Estas líneas, acaso indiscretas, desean recordar ausentes su memoria.
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P. S. Hoy en Los Negrales, donde está enterrado el fundador de la Institución Teresiana, está anunciado el pase de un avance de la película Poveda que acaba de filmarse bajo la dirección de Pablo Moreno. ¡Ojalá, ojalá!
P. S. Hoy en Los Negrales, donde está enterrado el fundador de la Institución Teresiana, está anunciado el pase de un avance de la película Poveda que acaba de filmarse bajo la dirección de Pablo Moreno. ¡Ojalá, ojalá!
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