Collint bolets, Joaquim Vayreda (1882-1884) |
Por
mayo es, por mayo, cuando este blog suele tomarse un respiro de su cita
semanal. Aunque no es guerrero ni venusino, cada martes he seguido acudiendo
puntualmente a debatir no las ideas de la temporada, sino a desarrollar unas
pocas intuiciones -¿reaccionarias?-, cuyos frutos más cuajados intento resumir en
una entrada, como la del día de hoy, que vuelvo a dedicar a mi donna tolosana.
En
las entradas correspondientes de los dos años anteriores había escogido, como su ilustración, sendos cuadros de Joaquín Sorolla y Joan Llimona que reproducen
una figura femenina en un interior doméstico abierto al mundo: un jardín y una terraza. Esta vez, ¿otoñal?, el lienzo paisajístico de Joaquim Vayreda representa en primer plano, con una ermita abrumada al fondo, a una
mujer y su hija recogiendo setas, mientras en un lateral se aleja, peregrino,
un hombre. Tal vez me
conformo con que donna tolosana sepa
que estos "bolets" semanales han sido escritos pensando sólo en
ella. "A batallas de amor, / campo de pluma".
Prisionero,
solitario, peregrino, creo que se ha aguzado durante este año mi conciencia de
destierro, en la memoria y en la esperanza. No me sorprende que el eco ligero
de mis entradas, fieles a su espíritu literario stilnovista y claravalense,
haya resonado en torno a la pedagogía, la política y la religión.
La
lectura del magnífico libro Pompa y circunstancia de Ignacio Peyró justificó que recobrase las razones de mi
anglofilia disidente. Como Gregorio Luri lo ha calificado de libro también
pedagógico, su melancólica reflexión política me ha exigido aprender a practicar,
insomne y fracasado, dos géneros tan británicos como la sátira y la parábola
social.
A caballo entre las dos y a causa de que mi amigo germanófilo me hubiese nombrado “cronista de la catástrofe”, no pude evitar reseñar, a propósito de una jornada docente, la estafa intelectual y la opresión profesional de la flipada innovación académica de las TIC. Aun con discrepancias lógicas
a causa de mi medievalismo, no ha de extrañar tampoco que haya elogiado recientemente las posturas ilustradas de Contra la nueva educación de Alberto Royo. Como ha pasado desde la
Revolución, la enseñanza sigue siendo el campo de batalla en que hacer frente a la ingeniería social y política actual que parece empeñada en reivindicar para las nuevas generaciones el futuro laboral de las minas dickensianas y sus covachuelas de usureros.
He procurado reformular mi intuición, no muy original y no menos indignada, de que
nuestro sistema global se funda en la destrucción de dos de los fundamentos
naturales de la sociedad: la familia y la propiedad privada. Quizás mis ideas desprendan un vago aire personalista. A fin de
cuentas, pese a mis reticencias antiescolásticas, tengo que reconocer que, en sus orígenes, Jacques Maritain fue ahijado y discípulo del incomensurable Léon Bloy, a quien
cada día admiro más.
Tal
vez, discípulo lejano y retrasado del “resentido” escritor aquitano, contemplo
serenamente horrorizado la pérdida de legitimidad de toda autoridad. Queda desnudo
un poder terrible y despiadado, bajo una sonriente pátina democrática, que me
arrastra a conservar mi lealtad a una Monarquía sin rey en un país que analizo,
entre shakespereano y girardiano, en la clave plebiscitaria, catalana, de un
fuego mimético. Ya sólo me queda asistir a la pérdida de mi patria espiritual.
Esa
sensación de un exilio inminente ha comprometido mi reflexión sobre las razones
no de un logos mítico, sino de la mitología posmoderna que intenta sepultar el
logos judeocristiano. A esta violencia apocalíptica, a la que el cristianismo
opone una resistencia escatológica, martirial, de tan terrible actualidad, he
dedicado una lectura benedictina. La ha incitado el ensayo Violencia e islam del poeta
sirio Adonis. Contra el fondo politeísta y pagano de la actual crisis mundial, se
recortan, audaces y modernas, las figuras de santos mártires como Pedro Poveda y
Edmund Campion. Una y otra vez emerge, antitética, mi anglofilia hispánica.
Pero sobre todo, en estos últimos dos meses, me ha sorprendido, y no sé si he lamentado, escribir un díptico sobre la ejemplaridad. Me topé con Filosofía mundana de Javier Gomá el sábado santo y, en aquel silencio, me dejé arrastrar bajo la advocación de Bloy. Es extraño correr el riesgo de la irónica frivolidad para descubrir, como la perla preciosa en medio del campo enfangado, el tesoro de la santidad. Quizás una parte de su secreto sea que, por el nombre de Jesucristo, la falta de ejemplaridad de esa banda que somos la mayoría de los cristianos no sólo no desmiente la fe que profesamos, sino que, misteriosamente, la hace brillar más excesiva, más inaceptable, más cierta y real. Verdadera y necesaria, por imposible. "In propia venit, sed sui eum non receperunt" (Jn 1, 11).
Pero sobre todo, en estos últimos dos meses, me ha sorprendido, y no sé si he lamentado, escribir un díptico sobre la ejemplaridad. Me topé con Filosofía mundana de Javier Gomá el sábado santo y, en aquel silencio, me dejé arrastrar bajo la advocación de Bloy. Es extraño correr el riesgo de la irónica frivolidad para descubrir, como la perla preciosa en medio del campo enfangado, el tesoro de la santidad. Quizás una parte de su secreto sea que, por el nombre de Jesucristo, la falta de ejemplaridad de esa banda que somos la mayoría de los cristianos no sólo no desmiente la fe que profesamos, sino que, misteriosamente, la hace brillar más excesiva, más inaceptable, más cierta y real. Verdadera y necesaria, por imposible. "In propia venit, sed sui eum non receperunt" (Jn 1, 11).
¿Puedo mantener aquella tensión? Solo, está fuera de mi alcance. Después
de todo, ¿qué otro motivo mueve la escritura de este blog sino una pasión contemporánea
por la literatura? Sus reseñas tal vez no sean sino las entradas de un diario
que expanden los aforismos de su impotencia. Por suerte, a veces tienen la oportunidad
de refugiarse a la sombra prudente y sencilla, rigurosísima, de libros
como Palomas y serpientes de Enrique García-Máiquez,
o de expresar su admiración por obras tan precisas y líricas como Un año en la otra vida de José Mateos.
Al
repasar el itinerario de esta jornada siempre me queda la duda de si
reemprenderé el viaje. Es otro misterio: no forzar, no prever, sólo proveer. Al
principio de este curso mi heterónimo publicó, tras XXI Güelfos, un segundo volumen de entradas del blog titulado,
inevitablemente, Teología güelfa.
Quedaba así encaminada una trilogía güelfa que, al tercer año, dará a conocer unas inéditas Memorias de un güelfo desterrado.
Después de lo que he venido diciendo, ¿cabía otro título? ¿No guarda una
simiente de esperanza saber que mi destierro no tiene otra meta que
Tolosa?
“Vanne a Tolosa, ballatetta mia,
ed entra quetamente a la Dorata,
ed ivi chiama che per cortesía
d’alcuna bella donna sie menata
dinanzi a quella di cui t’ho preguntata;
e s’ella ti riceve,
dille con voce leve:
«Per merzé vegno a vui»”
(Guido Cavalcanti, “Era in penser d’amor quand’ i’ trovai”)
Con
esta cesta de bolets me encamino,
leve, junto a mi lar tolosano.
¿Pero dónde está ese asalto a la propiedad privada? A mí no me consta en este mí pueblito gallego. Te lo oigo decir a ti, a Enrique, a Ángel. Éste puso los ojos como platos cuando me oyó mi "¿pero dónde?", como si, de puro evidente, ese asalto lo tuviera delante de mis narices y no lo viera. Haz el favor de explicármelo, Cavalcanti.
ResponderEliminarFamilia y propiedad privada, digo y me reafirmo, están asediadas y, de hecho, las brechas son cada vez más anchas en la defensa de su fortaleza. De hecho, el estado se ha autolegitimado para reemplazarlas y, al limitar su ejercicio, ha usurpado su lugar. Las discusiones sobre liberalismo, reaccionarismo o progresismo no son sino trampantojos que disimulan la construcción total y globalizada de un Único sistema.
EliminarMe responderás: muy bien, pero en concreto qué. Pues, por ejemplo,
1) Impuesto de Sucesiones: el Estado se declara no sólo heredero obligatorio de cada uno de sus ciudadanos, sino que, en caso de que los otros herederos no pueden pagar la aparte que se ha autoasignado, ellos deberán renunciar a cobrar nada en beneficio del Estado. Desde una perspectiva progresista, cualquier resistencia a este despojo se considera una muestra de intolerable insolidaridad.
2) Escuela. El Estado considera no sólo que la educación es una competencia por la que le corresponde velar, sino que, en la medida que contribuye al sostenimiento de un sistema educativo todavía plural, tiene la "última" palabra, según su criterio, en todas aquellas iniciativas a las que financia. Incluso más, aún no siendo una opción que yo asuma, las trabas, por no decir su oposición directa o indirecta, a formas como el "homeschooling" o la "educación diferenciada" constata que no simplemente "vela" o "garantiza" sino que pretende "determinar" cómo se ha de enseñar, sea cual sea el tipo de iniciativa, incluso estrictamente privada. Aún en el caso de que fuese razonable su decisión de no financiar estas actividades, en función de qué, si no de su autoridad última incontestable, se arroga la capacidad de determinar qué tipo y qué modalidades de enseñanza pueden o no ponerse en marcha. Una cosa es "regular", otra "fijar" por una autoridad indiscutible, de origen "democrático".
3) Salud. Por ejemplo: ¿Cuántas personas pueden decidir y ver respetada su voluntad de morir en sus casas? Es habitual que la Sanidad pública considere innecesario respetar la voluntad de enfermos de trasladarse a morir a sus hogares, con la excusa de que no se les ofrecerá la asistencia que requieren. Incluso se culpabiliza a los familiares. Mientras que se afirma que "cada uno puede hacer con su cuerpo lo que quiera", se decide que es lo que cada uno debe querer para su cuerpo. El cuerpo se ha convertido en una mercancía de intercambio público. De ahí que uno de los sectores económicos del futuro sea el campo de la biotecnoética médica.
Me he alargado quizás en exceso y en apasionamiento.
Necesitaba ese "en concreto qué", es decir datos, y me los has proporcionado detallada y cumplidamente. Estoy totalmente de acuerdo contigo. No te has alargado en exceso y la "pasión" es necesaria para luchar. Lo del impuesto de sucesiones en Galicia es un escándalo absoluto. Gracias, maestro Cavalcanti.
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