Donna me prega

Este blog se declara católico, tal vez con cierto aire estoico. Defiende la simplicidad, el silencio y la contemplación.
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martes, 8 de diciembre de 2015

El lulismo indepe.



Miniatura del Viaje a Bugia (1307)
Breviculum ex artibus Raimundi Lulli electum,
Thomas Le Myésier (1321)

Por razones académicas paralelas asistí hace unos días con mi amigo germanófilo a la inauguración de los fastos generalicios en loor del beato Ramon Llull (1232-1316) en el Palau de la Generalitat de Catalunya. Nos sentamos esquinados para observar la monotonía de un acto oficial, a la espera de alguna revelación de ética pura kantiana que justificase nuestra insurrección. No obstante, si hace unos meses nos divertimos con los pedagogos flipaos, como lulistas indepes salimos un tanto defraudados. Pero, dado que me tomo a pecho el nombramiento que mi amigo me hizo entonces de "cronista de la catástrofe", debo a mis lectores un pequeño reportaje.

Como es evidente, hubo tontadas cósmicas, comenzando por la voz impostada que por megafonía anunciaba el inicio del acto, como si se tratase de una ópera. Si en lugar de haber entrado el representante ordinario del Estado, hubiese llegado el comentarista deportivo que, en el tiempo libre que le deja dar collejas a su hijo o preparar mejillones en televisión, preside el Gobierno de España, habríamos tenido de fondo música de Rocky.

A Artur Mas, la verdad, lo vi entero. Hacer el ridículo grandielocuente cada día, con su voz de lorito, lo mantiene en plena forma. Sin duda, le gusta su perfil. Dado que a los políticos los grandes poderes sólo les permiten enredar, tiene claro que él es Quien debe presidir la Generalitat. Los argumentos no son decepcionantes; son sólo estúpidos y malvados. Pero allí sentados no daba la sensación de que fuese muy grave.

El consejero de Cultura estuvo bien. No dijo nada especial. Parecía como si estuviese haciendo un ejercicio de contención, porque, a fin de cuentas, Llull es mallorquín. Alguna referencia inespecificada al "futuro" y al pasado como argumento de "la voluntad de un pueblo" por existir. Añadió alguna alusión casi imperceptible a la necesidad tan actual del diálogo -oh, la palabra- con el mundo islámico, a propósito de Ramon Llull, zafándose de cualquier mención explícita que atentase contra los sentimientos laicos del auditorio.

Yo me dedicaba a mirar los frescos aburguesados de la gran sala. Estaba representada una multitud de monjes, curas, guerreros medievales y reyes de España, con Alfonso XIII y la reina Victoria casi en el centro.

Y entonces entró el comisario del Año Llull. De etiqueta progre. Todo de gris, con una chaqueta tres cuartos, sin corbata ni -tal vez- camisa, de cuello bien cerrado el jersey. Se sacó del bolsillo de la chaqueta la cartilla que nos leyó con una ceja levantada y una voz educada e imperativa. A mí me dio la impresión de que le perdonaba la vida al Beato a quien veía con visos posmodernos. Por si hubiese alguna duda, lo dejó claro: "No importan sus creencias, sino su método". Sentí miedo: cuando un filólogo suelta una frase así, está dispuesto a arrancarle la cabeza a quien le discuta el cargo. ¿Qué más da la Revelación cristiana que una sociedad orwelliana? El método es suyo.

Fue él quien proporcionó el titular del acto, recogido por Catalunya Ràdio al día siguiente: "Si no tuviésemos un Estado que nos fuese a la contra, cada catalán llevaría un libro de Ramon Llull en el bolsillo y pagaríamos en euros con su efigie". Mariano, tío, que tampoco es para tanto querer llevar l'Art abreujada d'atrobar la veritat en el culo del tejano. No me quedó claro, en cambio, si lo de los euros se refería a una moneda catalana o a enseñar, al pagar, la cara del beato...

Dictó la conferencia académica, en italiano, una profesora italiana, "vestida de soprano" según mi amigo germanófilo. Teniendo en cuenta que social y políticamente la filología está muerta, fue una disección correcta que el público aplaudió con educado entusiasmo, como si se tratase de una ópera de Bellini.

Oyendo a nuestros políticos uno comprende que la música, la literatura y la filosofía estén saliendo de los planes de estudios del bachillerato. ¿Para qué hace falta un historiador si cuentas con un asesor de comunicación? Francina Armengol, nueva presidenta de las Baleares, soltó un mítin que dejó congelado al President y al Conseller. Primero calificó a Ramon Llull de precursor de la Alianza de las Civilizaciones, para añadir que, de todas maneras, su diálogo con los musulmanes encerraba la "trampa" de querer convertirlos. Lo importante era haber inaugurado una etapa de "investigación del pacto" encabezados por los nuevos gobiernos de Baleares, Valencia, Aragón y... Cataluña (vamos, la Corona de Aragón). Su objetivo: tejer una España diferente, federal. Oh, sí. Este es el nivel.

Artur Mas se puso al final metafórico, en plan jefe de la banda. Habló de la nación catalana, de aquí y en los territorios de la Mediterrània, y de las agresiones culturales de un Estado que desde el siglo XIX siempre ha ido a la contra de Catalunya. No concretó demasiado, porque todos éramos sus cómplices y ya entendíamos.

Como estaba el cardenal de Barcelona y una parte de su séquito, Mas sacó a relucir que, en lugar de buenos pastores, estamos a merced de gobernantes lobos que ejercen la fuerza con engaño y violencia en vez de servir. Acudió a no sé quién para convertir a Ramon Llull en precursor de Maquiavelo. Entonces ya sin pararse habló de la unidad inexpugnable de la mata de juncos a propósito de Ramon Muntaner y de que en el Llibre d'Amic e Amat el amigo denunciaba que era peor la actitud de quienes no salían a defender al Amado que los que hablaban mal de él -no encuentro ahora la referencia, pero, a los efectos, tanto da-. Cuando llegó a esta alegoría, que dejó un tanto fría a la audiencia, yo ya estaba definitivamente perdido entre los frescos de la bóveda.

Cantó Joan Pons, de cierre, unas piezas que debían de tener alguna relación literal con el Cant de Ramon.

Anava l’amic per una ciutat com a foll cantant de son amat, e demanaren-li les gents si havia perdut son seny. Respòs que son amat havia pres son voler e que ell li havia donat son enteniment; per açò era-li romàs tan solament lo remembrament ab que remembrava son amat
(Ramon Llull, Llibre d’Amic e Amat)

De “lo foll de Crist”, cuya obra inmensa nació de una fe apasionada, nada parece que se conmemorará sino el título de figura fundacional de la "matriz lingüística y cultural catalana”. Aunque sea en una línea, silenciosamente misionera, recordaré al fin algo real: que entendía su voluntad entregada al Amado.


2 comentarios:

  1. Me he reído mucho. Lo que insinúas desborda constantemente lo que dices: que el lector-adivino se espabile. Es curioso que la desolación resulte tan cómica: carcajadas en el páramo... A fin de cuentas, mero realismo. (El cómplice deutsch)

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    1. Al menos en el páramo nuestras carcajadas desoladas encuentran nuestros ecos... Como les ocurre a las figuras de los vampiros, las palabras de nuestros políticos no devuelven ninguna imagen en el espejo de su sobreexposición mediática e histérica.

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