Parnaso, Rafael Sanzio (1510-1511) |
Callejeando juntos cabe la Iglesia del Salvador en
Sevilla y con el entusiasmo que adopta entre amigos la reconvención, Ignacio Trujillo animaba a mi heterónimo a que, si hubiera escrito poesía, reemprendiese la búsqueda
de su ritmo personal. Por su entonación tuvo la certeza de que siente por la poesía un
respeto sacramental. En su invitación parecía latir el horror sagrado ante el
sacerdote que ha abandonado la celebración de los misterios de su fe.