Cristo y los peregrinos camino de Emaús,
Duccio di Buoninsegna (1308)
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Al
final de la Vita nova Dante advertía
que peregrino es tanto quien se encuentra fuera de su patria como quien camina a
Santiago de Compostela para servir al Altísimo. También así soy un
peregrino absoluto. Léon Bloy insistía en que no padecemos otra nostalgia que la
del Paraíso, la única patria que hemos conocido. Como bacantes enardecidas,
nuestras sociedades del bienestar han profanado, por si acaso, hasta los
confines de cualquier Jardín que pudiera conservar un recuerdo que todavía testimonie, entrelíneas, nuestra Caída. De Santiago a Jerusalén, pasando por Roma, con una palma, unas hojas de romero y una vieira, emborrono un cuaderno
de exilio, donde no ceso de anotar los espantosos lugares comunes que nos cierran,
con las simas de su estupidez, los abismos de Luz que, desesperado, invoco.
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