Nostalgia del infinito, Giorgio di Chirico (1917) |
Hace unos meses mi heterónimo callejeó sin descanso entre las
cuestas de Lisboa. Bajo el cielo deslumbrado del Tajo, recién estrenado el otoño,
alcanzó ese estado de semiconciencia alerta que permite abstraerse de las
ráfagas turísticas. De perfil, casi pudo notar la ingravidez del aire, a la
deriva por Terreiro do Paço. Asomado al río, soñaba que se cansaba del
cansancio de leer, de pagar arruinado las cuentas de su escritura.