Donna me prega

Este blog se declara católico, tal vez con cierto aire estoico. Defiende la simplicidad, el silencio y la contemplación.
Quiere ofrecer reflexiones, opiniones y lecturas a personas atentas a la vida del espíritu y de la cultura.

martes, 23 de abril de 2019

Bajo el rostro de un dios.



El juicio de Midas,
Cima da Conigliano (1507-1509)


Repentinamente mi heterónimo ha sentido la urgencia de regresar a un librillo de poemas que, con el título geológico de Bajo el rostro de un dios, habría querido dejar encerrado, con abrumada conciencia, en el desván de su memoria prehistórica. Con un antojo casi siniestro lo ha visto vagar durante mucho tiempo por su imaginación, casi como un fantasma entre hamletiano y troyano. Entre la duda y la desolación, intentó aplacar su recuerdo arrojándolo como una botella al océano de la red virtual. Por la implacable constancia de sus periódicos retornos, ha advertido que, como ejercicio de piadosa necrofilia, su ausencia le exige un prólogo. La repetición, tan sólo perfecta en la eternidad, reclama un espíritu religioso que la poesía sólo atisba en su seriedad juvenil. Como aclaraba Constantino Constantius en el ensayo de Kierkegaard, “aunque las más de las veces soy el que llevo la voz cantante, harás muy bien, mi querido lector, en referir al joven todo lo escrito en este libro”. He aquí, pues, un libro póstumo …
__________________

viernes, 12 de abril de 2019

Mário Quintana al trasluz.



La ventana,
Lucio Muñoz (1963)


Apenas estaba saboreando la última página de Intenta olvidarme (Madrid, 2018) de Mário Quintana (1906-1994) cuando José Luis García Martín publicaba una reseña sobre esta antología poética prologada, seleccionada y editada en versión bilingüe por Enrique García-Máiquez. Exacto e irritante como es su personaje, García Martín se me había adelantado a citar aquellos poemas concretos que más me gustaban y hasta aquellas versiones de García-Máiquez a las que podían oponerse algunos reparos. Confieso a media voz que tal grado de coincidencia llegó a asustarme.

martes, 2 de abril de 2019

Todavía, el Trovador.



Il trovatore,
Giorgio De Chirico (1917)

Hace un par de meses Ignacio Trujillo compartía desde su azotea una maravillosa interpretación de Montserrat Caballé en el aria “D’amor sull’ali rosee” de Il Trovatore (1853) de Giuseppe Verdi. Genialoide, mi heterónimo reivindicó en un comentario la superioridad de la triunfal obra homónima (1836) de Antonio García Gutiérrez sobre el libreto, a tientas, de Salvatore Cammarano. Comoquiera que su amigo, con extrema delicadeza, le reconvino con la evidente superioridad musical -y artística- de la ópera verdiana, casi para disculparse insistió enviándole un vídeo de la escena segunda del Acto IV representada por Mario del Mónaco y Fedora Barbieri con una gesticulación de percusión tan flamígera como aéreamente anacrónica, de una estilizada técnica de cine mudo.  “Ah, sí, ben mio”, “all’armi”.