Donna me prega

Este blog se declara católico, tal vez con cierto aire estoico. Defiende la simplicidad, el silencio y la contemplación.
Quiere ofrecer reflexiones, opiniones y lecturas a personas atentas a la vida del espíritu y de la cultura.

viernes, 24 de agosto de 2018

Los diarios de Ludwig Wittgenstein.



Soldado herido,
László Mednyánszky (1916)


De entre los filósofos por los que sentí en la adolescencia una instintiva antipatía Ludwig Wittgenstein (1889-1951) no ha dejado de exigirme que respete su obra resistiendo sin éxito, una y otra vez, la tentación incluso de hojearla. De la obra, por ejemplo, de David Hume o Auguste Comte simplemente he prescindido hasta casi no acordarme de sus nombres. No así, bajo ninguna circunstancia, con Wittgenstein. 

martes, 14 de agosto de 2018

El furor poético de Santiago Montobbio.



Ruinas romanas,
Mariano Fortuny (1863-1865)

Entre los diálogos platónicos siempre regreso, con pasión intacta, a las orillas del Iliso en busca de las huellas de Fedro. A su sombra cenital escucho los ecos de los discursos de Sócrates que convierten la ambigua práctica retórica en una extrema indagación en el ser de la belleza. Tal vez no sea casualidad que haya recordado su elogio de los estados de locura mientras leía Poesía en Roma (Málaga, 2018), el reciente diario poético de Santiago Montobbio (1966), de más de quinientas páginas, que, con demorado apasionamiento, recrea su visita a Roma entre el 25 de octubre y el 6 de noviembre de 2017. 

viernes, 3 de agosto de 2018

Las noticias últimas de Fabrice Hadjadj.



For the Love of God,
Damien Hirst (2007)


Hace unas semanas un reciente presbítero volvía a requerir mi consejo sobre su tesina de licenciatura en estudios eclesiásticos. Siempre me ha insistido en su interés por una neoapologética librada de las sonrientes y culposas ataduras posconciliares. Por mi lega tendencia monástica, sospechosa de fideísmo por defecto, le había rogado en vano que me excusara. Como no cejara en su perenne inclinación tomista, acabé sugiriéndole que leyese a Fabrice Hadjadj (1971), uno de los más vibrantes intelectuales católicos en una generación, culturalmente posconciliar, cuya fe se ha extinguido y ha sido definitivamente aventada.