Vanitas,
Pieter Claesz (1630)
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Entre las discrepancias que mantengo con mi amigo
germanófilo es recurrente que nos mortifiquemos con un distendido y serio
reproche mutuo. Le suelo afear que todavía
crea en la verdad y en el diálogo para dirimir las disputas académicas y
laborales. Con su alma de «griego», casi socrático, contra toda evidencia
actual, se empeña en sostener que es posible, a través de la palabra, alcanzar
un acuerdo sobre el principio de realidad.