Donna me prega

Este blog se declara católico, tal vez con cierto aire estoico. Defiende la simplicidad, el silencio y la contemplación.
Quiere ofrecer reflexiones, opiniones y lecturas a personas atentas a la vida del espíritu y de la cultura.

martes, 18 de abril de 2017

Sócrates, Telémaco y... Proteo.



Jantipa mojando a Sócrates,
Reyer von Blommandale (c. 1655)

Hace un par de años reseñé en esta página un libro de Massimo Recalcati (1959) sobre la figura del hijo tras la muerte de Dios y del padre. ¿Desaparecía con ellos la posibilidad de sentido de la autoridad y también de la creación? Planteaba al final de aquella entrada si sería posible que Telémaco, huérfano, pudiera acabar desposando a Rut, la viuda moabita. En busca de ese posible encuentro he leído el libro posterior del psicoanalista italiano, La hora de clase. Por una erótica de la enseñanza (Barcelona, 2016) y he vuelto a topar con una respuesta ambivalente. Si se quiere entenderla, cabe embarcarse en la nueva aventura de Telémaco que no sale ahora tras los pasos míticos de su padre Odiseo sino tras las huellas históricas de Sócrates, su maestro por venir.

viernes, 7 de abril de 2017

Viernes de Dolores.



El Calvario de El Escorial,
Roger van der Weyden (c. 1460)

El sentido asturbritánico de las costumbres obligaba en mi familia paterna a celebrar el santo de mi abuela el Viernes de Dolores y el de mí tía el Sábado de Gloria. En nuestro sano juicio nadie ponía en cuestión que la Iglesia pudiese mover las celebraciones litúrgicas a una fecha fija del calendario. A la pulsión jurídica y racional de los experimentos romanos mi familia no oponía ningún sentimentalismo piadoso, del que siempre desconfiaba, sino el decoro de la buena educación que requiere, con la facilidad que proporciona la práctica continua, renovar cada acto a su debido tiempo. Como era el uno día de abstinencia y el otro de silencio litúrgico, bastaba una felicitación que aplazase a cualquier otro encuentro la excusa de celebrar ambas onomásticas.

martes, 21 de marzo de 2017

Las sandalias del Bautista.



San Juan Bautista,
Jacopo del Sellaio (1485)

“… qui autem post me venturus est fortior me est, cuius non sum dignus calceamenta portare…” (Mt. 3, 11).

A N. P., en Poblet

Durante años me apliqué, con pasión, a la meditación discursiva y con imágenes. He creído siempre que en el principio no hubo silencio. Tengo la paradójica certeza de que el silencio fue creado por la Palabra que ordenó el caos de ruidos en que se extendía la nada primordial, haciendo posible aquella escucha que, en el intervalo que formó la primera respiración, llama a Ser. Con la ayuda de los Padres del Desierto, jamás he acabado de comprender esa serena ansiedad que confunde combatir las distracciones que suelen atormentar las imaginaciones inquietas y reflexivas con vaciar la mente de pensamientos. La contemplación dichosa, que opera íntimamente fuera de nuestras fuerzas, trasciende toda quietud.