Hace años que no acudo a una representación teatral
porque, entre otras razones circunstanciales, me descorazona el método de
declamación habitual en España. Rara vez he comentado en este blog obras
teatrales, y, si lo he hecho, ha sido más en su dimensión literaria que no en
la propiamente espectacular, con la relativa excepción de una entrada dedicada
a la representación de una ópera mozartiana en Praga.
Por la sugerencia entusiasta del director dramático,
me planté un par de semanas atrás en un pequeño local de Sant Vicenç dels Horts
para asistir a la representación de Les Mis 24601, adaptación íntegra en catalán por un grupo amateur del famoso musical
Les Misérables (1980), de Claude-Michel Schönberg, una de las cimas de ese
subgénero operístico actualizado, popular y, puestos en plan exquisito, aún más vulgarizado que ha triunfado
en el último tercio del siglo XX.